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Sombra, Poliridades y Esencias Florales, por Eduardo H. Grecco

«El lenguaje que Dios mas oye, es el callado amor»

-San Juan de al Cruz

Cada día se hace más evidente, en la clínica, la necesidad de comprender las esencias florales como una red de mutuas interacciones polares. Que ya no podemos seguir pensándolas como unidades aisladas entre sí, del mismo modo que no se pueden concebir las emociones de otra manera que no sean implicadas unas en las otras en permanentes compensaciones y antagonismos, en un continuo oscilar del ir y el venir, de la tensión y la relajación, de la armonía y la desarmonía. Que el conflicto no es una alternativa de la vida sino el movimiento mismo de la vida, que emocionarse no es un obstáculo en el proceso de crecimiento sino parte de él, que sentir ambivalentemente no es el problema sino desgarrase por el desacuerdo y la oposición. Y como los remedios florales son "emociones líquidas" y representan en el mundo exterior la rueda de las emociones de la personalidad, están sujetos, por lo tanto, a esta misma dinámica afectiva.

Un tema habitual en la clínica es la ansiedad, que como otras emociones implica un cierto posicionamiento del sujeto que la padece frente al tiempo. A diferencia de lo que sucede con la nostalgia y la melancolía que echan sus raíces en el pasado, la ansiedad nos arroja hacia el futuro.

El ansioso teme al futuro. Y le teme en dos variantes básicas: no poder cumplir con lo que nos demanda y no poder impedir que ocurra algo que le gustaría evitar. La falta de tiempo se corresponde con el Impatiens, la premonición desgraciada con el Aspen.

También es cierto que, ya fuera de la ansiedad, el Clematis esta hundido en un mañana pasivo, ilusorio e idealizado en el cual se ha instalado y del que no anhela salir. No quiere que ese mañana se cumpla, solo que sea mañana. En cambio el Vervain, con cierta inquietud desmesurada, más parecida al enardecimiento que a la ansiedad, apunta su flecha al futuro que construye a medida que lo piensa. Y ahí, donde el Clematis sueña, el Vervain despierta. El Clematis fantasea el mañana, el Vervain lo realiza.

Cada uno de estos tipos florales mantiene una posición subjetiva frente al tiempo como "duración", que es pura cualidad y la verdadera trama de la vida.

>El tiempo Aspen – Hacer del mañana un enigma inescrutable

Para el Aspen el futuro es algo que nos impone condiciones de zozobra, inquietud, fuente de peligros inminentes: "algo malo va a pasar y por esto debo estar en permanente alerta". La fuente de la perturbación es indefinible, desconocida, indeterminado, incognoscible, inexplicable, pero también, inevitable. No puedo capturarla por la mente o los sentidos, no puedo ponerla en palabras pero su amenaza no es por eso menos real. De manera que, entonces, nada me queda por hacer para eludir el destino incierto de un mañana cercano que me ahoga, aprisiona y me hunde en el desasosiego y la expectativa perturbadora. De este modo, el mañana se estructura como algo limitativo y restrictivo, la ilusión fantasmática que me impide vincularme con lo desconocido y misterioso y darme cuenta que lo sobrenatural es algo natural y que la vida esta llena de milagros cotidianos, que los fantasmas que temo del mañana y del afuera, son lo que yo he proyectado del pasado y del adentro.

El tiempo Impatiens – Transformar el mañana en eternidad

El Impatiens es un activista, militante del instante, empeñado en colmar cada momento de su vida con la mayor actividad posible. Su drama es la incapacidad de respetar los procesos de la vida, propios y ajenos, no poder detenerse y disfrutar del "suceder", el vivir torturado por la falta de tiempo. Sus frases: "No hay que perder el tiempo", "No voy a dejar que me roben el tiempo", apuntan en la dirección de que el Impatiens no vive el tiempo se lo "traga" de puro voraz y codicioso. Es que vivir el proceso entraña el transcurrir, la construcción de una historia y en la sombra del Impatiens anida el síndrome de inmortalidad y la condición de devenir lo coloca ante la alternativa de la finitud y la mortalidad. Si en el Aspen el mañana es abundante en presagios, en el Impatiens es siempre escaso de eternidad.

El tiempo Vervain - Pretender salvar el mañana

Para el Vervain el tiempo se presenta como lo abierto y pleno de posibilidades, porque aunque incierto y eventual, es un campo de realizaciones que se pueden concretar y planificar. El mañana se puede "manejar" con un proyecto, nunca es algo totalmente ignoto y desconocido. Y así como en el Aspen, es el miedo el que configura el mañana, en Clematis el ensueño, en el Impatiens la ansiedad, en el Vervain es la voluntad y el entusiasmo (El futuro es lo que yo quiero hacer de él). Claro esta que, muchas veces, la desmesura lo lleva a pensar que su voluntad personal puede imponer condiciones a la voluntad universal y por un acto de "magia" puede transformar el futuro.

El tiempo Clematis – Escapar de los retos del mañana

El Clematis necesita presentificarse en el doble sentido de tomar contacto con el presente y hacerse presente en la vida. Ensueña un mañana romántico e idealizado, un refugio en donde vivir en la quietud y la cesación del movimiento. Contemplativo, absorto en su tranquila visión del cosmos y del silencioso crecimiento de su Yo profundo y su mundo imaginario, su mañana es un tiempo que se edifica sin carne ni pasión, resulta una forma de evasión mediante la cual intenta trascender el tiempo ordinario mediante una cierta experiencia que los aparta de la realidad. Ahí donde el Vervain pone pecado y disfrute, músculo y sangre, el Clematis coloca espejismos y etereidad.

Final

En la lógica del trabajo comprensivo y prescriptivo por polaridades las actitudes frente al tiempo permiten, como ejemplo, un abordaje floral que no solo admite la selección de la flor directa que describe la vivencia del sujeto sino, justamente, aquella que compensa, por antagonismo, lo que aparece como falta en la conciencia de la persona. Así, el Vervain llena con su ímpetu y ardor, de sangre, vida, carnalidad y frenesí el desdibujado y anémico tiempo Clematis. Y cuando el tiempo cambia, cuando el fluir de la vida se modifica, la trama de la existencia se transforma y el ser emprende vuelo, mecido por las cadentes pulsaciones de las alas cardíacas. Y el corazón -que se acelera y se vuelve taquicárdico en el Impatiens y se ahoga y estrangula en el Aspen- es lo que le falta al Clematis y lo que desborda al Vervain y, sin corazón... es imposible el callado amor.

Contactar al autor: eduardo_grecco@terra.com.mx

http://www.laredfloral.com


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