flor
Síguenos en Facebook

La formación del Terapeuta Floral, por Eduardo H. Grecco

A. Puntos de partida

I. Lo que esta en juego en la formación del Terapeuta Floral es su deseo de ser terapeuta. Las formas institucionales que se creen para laborar en este fin deben poder garantizar que esta formación se oriente hacia el camino de descubrir la naturaleza de este deseo y no sólo a la trasmisión de información.

En este sentido la formación del Terapeuta Floral no debe tener que ver con la reproducción de un modelo que se delega de generación en generación ni tampoco con la comunicación de un saber establecido, sino con el recorrido de una experiencia de proceso personal, en tanto, se llega a ser Terapeuta Floral luego de haber pasado, como paciente, por un trabajo terapéutico con esencias florales.

Este es un punto esencial, ya que, la Terapia Floral no es mas que, secundariamente, un arte prescriptivo. Primariamente, es una práctica mayéutica que consiste en la búsqueda de la erradicación de la ignorancia, el descubrimiento de las causas reales de la enfermedad y el afloramiento de los afectos sofocados que moran en la sombra (inconsciente) de cada persona.

En tal sentido el Terapeuta Floral solo podrá guiar al paciente, hacia este objetivo de mayor conocimiento, en la medida que el se conozca y podrá ayudar a avanzar al paciente hasta el lugar que él alcanzó a llegar en su proceso personal de develamiento de su zonas de desconocimiento.

Por esto, el punto de partida y de llegada, de la formación del Terapeuta Floral, es su propia experiencia como paciente floral.

Claro esta que esto no alcanza. Además, necesita desarrollar una estructura de conocimientos que le permitan pensar los problemas que la clínica le plantea, aprender las herramientas prescriptivas necesarias para llevar a cabo su trabajo y generar un espacio de reflexión e intercambio (supervisión) sobre su tarea como terapeuta.

II. Esta experiencia formativa debe estar alejada de todo dogmatismo. El dogmatismo es una estructura institucional autoritaria destinada a proteger la ignorancia. El dogma se considera una verdad que exige ser reconocida sin discusión y los transmisores de esta verdad conforman una muralla formidable que se interpone entre el sujeto y la experiencia de búsqueda de lo que se ignora.

III. También debe estar alejada de los personalismos magisteriales, ya que, toda la enseñanza debería apuntar a que los participantes de ella hagan transferencia con la Terapia Floral y no con un maestro o con una idea. En suma, una formación alejada de toda dependencia.

IV. Esto es aplicable al hecho que los institutos de formación de Terapeutas Florales no enseñen un saber predigerido, aún cuando resuma los datos de la experiencia de la Terapia Floral. O, en todo caso, que lo curricular no cierre las puertas al cuestionamiento, a la reflexión, a la interrogación sobre esa experiencia sostenida como válida.

V. De manera que no se debe promoverse un currículum de formación uniforme en todas las escuelas. Por el contrario, podrían acordarse principios generales sobre la experiencia de llegar a ser un terapeuta Floral y facilitar el que se desplieguen las indagaciones por todos los caminos posibles a partir de contenidos básicos y compartidos.

VI. La Comisión de Formación y Certificación Profesional es el espacio de reflexión permanente sobre el tema de formación de Terapeutas Florales. En este sitio es donde se explicitan las cuestiones que se vayan suscitando a lo largo del trabajo formativo en el campo floral. Al mismo tiempo, su tarea, es ser garante de la libertad de pensamiento, desalentando todo intento de dogmatizar la enseñanza y formular propuestas abiertas de cuestiones a ser consideradas para incorporar en la formación de un Terapeuta Floral.

Esta Comisión no es legisladora sino orientadora. El peso que pueda alcanzar su opinar es el que instituye por su misma acción y no por ningún poder legal o de control. De manera que, la integración de esta Comisión, es por aptitudes "magisteriales" y no por capacidades judiciales o administrativas.

Esta Comisión es un foro donde deben participar los mejores talentos humanos del Campo Floral, ya que, en ese lugar convergen la diversas líneas de la red del campo floral y su presencia constituye un reaseguro del mantenimiento de la práctica de la Terapia Floral a partir de un deseo y vocación de servicio, basada en los valores de libertad, unidad y amor.

VII. Esto significa que la formación compartida, no en uniformidad de información o conocimientos, sino en torno a los valores, objetivos y problemas esenciales de la práctica floral, constituye la garantía mas sólida de una fuerte ligazón institucional en el campo floral.

Quienes garantizan este proceso (no dirigen, ni controlen) tienen la responsabilidad de ser fieles a la promoción de los ejes sobre los cuales la Terapia Floral se funda: sujeción a la ley del aprendizaje (ley de la evolución), destierro de la ignorancia, libertad de pensamiento, fidelidad de experiencia personal, compromiso con el que sufre y padece....

VIII. De manera que la propuesta de formación que se propicia instituir no consiste tanto en el armado de planes de estudios y lista de temas o unidades académicas (que igualmente se plantean) como en la promoción de un sólido acuerdo en torno de que se llega a ser Terapeuta Floral tomando flores en el marco de un proceso de encuentro mayéutico de develamiento de la sombra, de descubrimiento de las causas reales de nuestro enfermar y de las lecciones que tenemos que aprender". Es decir que, para ser Terapeuta Floral, se necesita recorrer la experiencia de ser paciente, siendo esta la primera y mas importante habilitación profesional.

IX. A partir de estas bases es como podemos comenzar a desplegar contextos formativos teóricos, clínicos, técnicos y no al revés. La idea, sostenida por muchos formadores, de la necesidad de evaluar la formación recibida por los candidatos a terapeutas florales es adecuada pero siempre sujetada al postulado de que este pilar académico es sólo uno del terciario formativo: terapia personal, formación académica y supervisión.

X. Frente a la pregunta ¿Qué estamos enseñando? Se podría responder: a pensar floralmente. Esto implica la trasmisión de herramientas mas que de información establecida. Herramientas que forman parte de la filosofía, la ciencia y de la clínica. Pero ¿Estamos enseñando, realmente, a pensar floralmente? ¿Qué es pensar floralmente?

XI. Antes de centrarnos en contenidos curriculares debemos tratar de responder a estas preguntas, dar entre nosotros este debate, aún a sabiendas que, tal vez, no lleguemos a ninguna parte. Pero, teniendo claro hacia donde vamos es mas claro saber que caminos concretos elegir.

XII. Tanto como muchos de ustedes una parte significativa de mi vida ha sido dedicada a enseñar la Terapia Floral. Tanto como muchos de ustedes hoy tengo mas dudas que certezas acerca de mi práctica y mi enseñanza. Tanto como muchos de ustedes siento la necesidad de que el campo floral este unido. Unido y no unificado en un solo y mismo sistema de pensamiento. La uniformidad mata, la creación y la diversidad alienta la búsqueda. Busquemos la unidad tras nuestras diferencias para respetar lo diferente en la unidad. La "formación" y no las instituciones asociativas son las que van a dar unidad al campo floral. ¿Seremos capaces de dar respuesta a este desafío?

Contactar al autor: eduardo_grecco@terra.com.mx

http://www.laredfloral.com

FLOBANA, loreen lurrinak ikertzeko eta hedatzeko sortutako elkartea da. 2005eko uztailan sortu zen eta Nafarroako Gobernuan ofizialki erregistratuta dago (5.151 zbk.)

Elkarte honen helburua ez da irabazi-asmoa, Edward Bach doktorearen (Bachen loreak) lore terapia eta beste lore lurrinen sistemak ikertu eta hedatzea baizik.